¿Por qué se ruedan tan pocas comedias en un país que se toma a cachondeo hasta el asunto más trascendental? Quizás porque a través del cine pretendemos demostrar que, en el fondo, nos tomamos la vida en serio. O tal vez somos conscientes de que, a pesar de su idoneidad para la crítica social, la comedia es el género más difícil de practicar con ciertas garantías de éxito. Por esta misma razón, deberíamos premiar la existencia de películas como Descongélate: inofensivas por fuera, pero venenosas por dentro.

Disfrazado de ligereza, el film dirigido a cuatro manos por Dunia Ayaso y Félix Sabroso contiene una radiografía tan arquetípica como incisiva del universo artístico español y sus aledaños: el productor de cine mujeriego, el director adicto a las drogas que rompe el corazón a su amante desequilibrada, el cómico incomprendido que encuentra la oportunidad de su vida, la mujer vegetariana y zen que renuncia a las verduras y sufre un ataque de ambición, la madre castradora que se entromete en el matrimonio de su hijo… En definitiva, un explosivo cocktail de personajes que encuentran en el Madrid de Lavapiés un contexto de lo más jugoso: la convivencia de diferentes culturas en sus calles, la coexistencia de tradición y modernidad en sus viviendas, la agitación de sus noches y la explosión de vida en sus días…

En su fórmula podemos apreciar las influencias del cine clásico español, desde Almodóvar en la construcción de personajes (el de Loles León encajaría en cualquier película de la primera etapa del manchego) hasta Berlanga en la creación de situaciones esperpénticas (ese tramo final tan disparatado). A pesar de que la película no es capaz de mantener el nivel de su primera media hora, sí hace gala de un ritmo trepidante durante todo su metraje. Todo ello merced a una tensión argumental que navega entre las aguas del disparate y la coherencia, alcanzando un equilibrio tan inestable como digno de ser.

Tal vez podríamos estar ante una comedia brillante si sus guionistas hubieran apostado menos por el enredo y más por la originalidad en una segunda mitad que no es capaz de ocultar sus ansias de rizar el rizo en cada volantazo argumental. No obstante, el balance es bastante positivo gracias a su ágil montaje y a una dirección de actores que extrae la mejor versión de Candela Peña y Pepón Nieto. Cómo señalábamos en líneas superiores, Descongélate no acaba de tomarse el mundo del arte demasiado en serio porque bastante jodida es la realidad como para recordar que el éxito no depende tanto del talento como de tener la suerte de tu lado.

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