A perro flaco todo son pulgas. Así es como puede definirse el estado vital de Sara, protagonista absoluta del debut en el largometraje de Belén Funes. Sin prestar demasiada atención a los antecedentes de sus personajes, al más puro estilo Claire Denis, la cineasta catalana se preocupa por plagar de detalles su guion y construir el entorno familiar de esta madre soltera que reniega de su progenitor, recién salido de la cárcel por motivos que jamás conoceremos, que quiere adoptar a su hermanastro y que no sabe cómo reconquistar al padre de su hijo. ¿Qué ha sucedido para que se rompa esta relación en términos amistosos? ¿Que ha llevado a Sara a compartir una vivienda de los servicios sociales con otras madres?

La hija de un ladrón se desarrolla en un rabioso presente que obliga a vivir el momento junto al personaje interpretado por Greta Fernández y, solo a posteriori, a elucubrar sobre las circunstancias mencionadas en líneas superiores. Demostrando ser una alumna aventajada de los hermanos Dardenne, la directora profundiza en las mismas preocupaciones sociales de los belgas e incluso exhibe paralelismos formales con su cine (en varias ocasiones, la cámara sigue a Sara a la altura de los hombros). Buena influencia para una cineasta que, más allá de estos homenajes, parece tener las ideas claras y un estilo bien definido y muy vinculado a la cotidianidad.

A lo largo de sus imágenes, se plantean cuestiones laborales, familiares y sociales que invitan a la reflexión mediante un estilo visual de cariz naturalista y una escritura que transmite veracidad. La hija de un ladrón nos enfrenta a los problemas invisibles de una sociedad en decadencia y de un cine que suele mirar hacia el lado más lúdico y despreocupado de la vida. No ocurre lo mismo en el universo de Funes, cuya mirada cuestiona y visibiliza los puntos ciegos del primer mundo, usualmente habitados por sus miembros más desprotegidos.

No encontrarán respuestas en sus imágenes, pero sí serán atormentados por las preguntas que estas plantean: ¿qué hemos hecho para llegar a esta situación? ¿qué estamos haciendo para salir de ella? Como telón de fondo, la crisis de la institución familiar, la conciliación entre la vida personal y la laboral y una crítica a la irresponsabilidad de la figura paterna, que no acaba de funcionar en las distintas versiones expuestas en el film. Cómo ven, no es necesario hacer una película de acción para dejar sin aliento al espectador. Basta con enfrentarlo a la realidad e invitarle a empatizar con esa mujer que representa a tantas otras de nuestra sociedad.

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