
El escritor Charles Bowden afirmó una vez que “el verano es siempre mejor de lo que podría ser”. De su sencilla afirmación podría adivinarse la épica del esparcimiento que, para cualquier adolescente, tiene una época estival que los adultos perciben de maneras muy diferentes. Para estos, los meses de verano no son más que un breve respiro que poco se diferencia del resto del año; para niños, niñas y adolescentes, cada verano se presenta como una nueva aventura llena de alegrías y tristezas, de pasatiempos y de insólitos descubrimientos.
Dicen que la curiosidad es el matiz emocional que da lugar a la búsqueda, la exploración y, finalmente, el aprendizaje. Pero todo se complica cuando las preguntas se trasladan al futuro. Precisamente el futuro, de lo que Víctor Hugo decía que tenía muchos nombres y que para los valientes era la oportunidad, es lo que la joven Lis se plantea con más fuerza que nunca. Quiere convertirse en artista de circo y estudiar en Barcelona, aunque no será fácil convencer a sus padres y a un entorno conservador y prejuicioso.
De esta forma, atrevida y directa, la realizadora valenciana se bautiza en el largometraje. Su experiencia, que pasa por una situación parecida a la del personaje de Lis, y sus vivencias en Traiguera, el pueblo de Castellón donde nació, dieron forma al guion. Es inevitable que, con una historia escrita desde el corazón, la naturalidad y un sorprendente realismo empapen cada uno de los apasionantes rincones del alma de La inocencia, pura inquietud por la vida.