Como un homenaje puro a la esencia del propio cine, la directora María Lorenzo pone de manifiesto en su obra la evidente fascinación por el movimiento. A través de un trazo genuino y nada convencional, la cortometrajista ha edificado una filmografía de marcada autoría abanderada por trabajos como La noche del océano (2015) o El gato baila con su sombra (2012). De esta forma, la presencia de Lorenzo en el panorama cinematográfico español no sólo supone la confirmación del buen estado de forma del corto patrio, sino la solidez con la que las mujeres se están estableciendo dentro de la categoría y que contrasta, más si cabe, con el desequilibrio todavía imperante en lo que al largometraje se refiere.

Por otro lado, y aunque tenemos claro que la subjetividad -¿inevitable?- de los premios suele dejarse recompensas en el tintero, galardones como los Goya o el Festival Internacional de Cine de Murcia (IBAFF), no le han dado la espalda a las magníficas creaciones de la directora, reconocimientos que sirven como motor de una maquinaria creativa que estamos obligados a alimentar desde todos los frentes del gremio posibles. Así, La noche del océano en 2016 e Impromptu en la edición de 2018 (ambos producidos por Enrique Millán), fueron nominados para la disciplina de Mejor cortometraje de animación. Por su parte, El gato baila con su sombra fue uno de los candidatos al premio final en la edición del IBAFF de 2013. Fuera de nuestras fronteras, el talento de María Lorenzo tampoco ha pasado desapercibido: Retrato de D. (2004) y La flor carnívora (2009) han recibido premios y selecciones en festivales internacionales como Annecy, Anima Mundi, LIAF o Animafest (Croacia).

Reconocida también como una docente mayúscula, Lorenzo nos conquista con, de entre toda su fascinante filmografía, dos cortometrajes de encanto irresistible. Misterio, color y el ajetreo propio de un trazo fluido y bello marca de la casa, se juntan en Impromptu y La noche del océano, posiblemente nuestras preferencias dentro de la asombrosa colección de obras de la realizadora. Es, por tanto, realmente difícil no caer en el embrujo de una animación auténtica y entregada a obedecer los caprichos de un arte siempre gratificante aunque muchas veces incomprendido. Mediante arriesgadas y rítmicas formas -que por segundos recuerdan a la fanfarria animada de Fantasía (Fantasia, 1940)-, Impromptu es un viaje nostálgico a las profundidades de la creación pionera y anterior a los Lumiére, que exprime sus once minutos de duración haciendo honor a su nombre. Lorenzo parece improvisar a cada paso con un relato anárquico aunque plagado de referencias iniciáticas -también una dedicatoria durante el primer tramo al matemático y físico belga Joseph Plateau, figura trascendental de los primeros pasos del cine- que desfilan al ritmo de Frédéric Chopin mientras obnubilan la mirada de un espectador entregado, con toda seguridad, a las bondades de una ilustración llena de vida.

En las mañanas, el océano tiene la mirada de alguien que reflexiona sobre extrañas cosas.

Nada lejos de Impromptu queda el embrujo del cortometraje La noche del océano, que se sirve del relato homónimo de Robert H. Barlow y H.P. Lovecraft, para adaptar, a través del estilo característico de Lorenzo, la historia de un hombre de ciudad que se traslada a una cabaña solitaria para pasar allí sus vacaciones. El film se expresa y desarrolla mediante los propios dibujos del protagonista, a los que Lorenzo -junto a Sergio Pilán y Rafael Andrés– da vida para relatar el siniestro descubrimiento que acabará haciendo el personaje principal. La directora narra con sutileza y elegancia este cuento de terror lovecraftiano mecido por la fantástica melodía de Armando Bernabeu Lorenzo; mientras que la voz pausada de Hugo Mas conduce al público con delicadeza hacia el espeluznante encuentro final. En este punto parece haber, quizá, un certero homenaje a la obra del artista gráfico y escultor suizo H.R. Giger, creador del mítico imaginario de la saga Alien. Sea esta la inspiración o no, resulta evidente la pasión implícita en toda la filmografía de María Lorenzo, profunda admiradora de los orígenes del séptimo arte y artista versátil a través de su obra y la transmisión de sus propios conocimientos.

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