En la secuencia inicial de Tu vida en 65′ el personaje interpretado por Javier Pereira se presenta como el hermano más pequeño de una familia numerosa que reflexiona sobre lo humano y lo divino al ritmo del movimiento centrífugo del tambor de su lavadora. Absurdo, pero muy efectivo. Al cabo de unos minutos cedemos a la hipnosis circular de los pensamientos en off del protagonista y entramos en el juego propuesto por su directora. A continuación, María Ripoll prolonga la magia de  su espléndido arranque sin necesidad de recurrir a semejantes argucias. Tan solo tres amigos, una confusión propiciada por la esquela de un periódico y una frivolidad que les embarca en una situación tan extrañamente cómica como espiritualmente reveladora.

A pesar de la profundidad de los temas que aborda, Tu vida en 65′ exhibe un espíritu de comedia gamberra con tintes de drama romántico que celebra la vida cuando debería guardar luto y llora cuando debería gritar de alegría. Estrategia de contradicciones que funciona en su primera mitad, mientras asistimos al precioso retrato de la amistad entre tres jóvenes que dejan de mirar todo lo que les rodea para empezar a escarbar en la superficie de sus propias existencias. En el interior, acaban encontrando sentimientos en hibernación que habitualmente merodean los territorios del subconsciente y despiertan en mentes más curtidas por la erosión del tiempo.

Durante el proceso, reímos y reflexionamos a partes iguales, participamos de situaciones absurdas que  acaban conectando a los tres protagonistas con sus miedos más íntimos, e incluso nos sentimos tentados a destapar nuestras propias cajas de Pandora. Ripoll se las apaña para proteger el equilibrio entre el contexto macabro de la narración y la actitud de unos colegas que todavía caminan por la vida con la curiosidad y la inocencia de un recién nacido. En este sentido, sorprende su ingenio y buen oído en la escritura de líneas de diálogo, que son filmadas con dinamismo y una admirable técnica: especial atención al estilo visual empleado en las conversaciones a tres, siempre atrevido y cargado de una gran creatividad.

Aprovechando la novela de Albert Espinosa, la catalana reflexiona sobre la casualidad, el destino y las diferentes formas de afrontar la muerte de un ser querido. Una pena que en los últimos veinte minutos el conjunto se resienta por su afán de forzar la cuadratura del círculo y apostar por un existencialismo de saldo que distancia la película de su credibilidad y la envuelve en una melancolía difícil de compartir. Sin embargo, Tu vida en 65′ merece un visionado por todas esas virtudes que preceden a la construcción de una historia de amor que ni enamora ni ilumina la pantalla como ya lo había hecho la muerte de un desconocido al que ninguno de los protagonistas conocía.

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