Shahada comienza teñido de azul. A la vez, se adivinan unas cortinas fuera de foco que se mecen con el entrar y salir del viento y el sonido de pájaros vespertinos. También se oye la calle. Estamos en una ciudad, cerca de la gente. Unos créditos nos recuerdan que, para el Islam, su primer pilar es la profesión de la fe, y que si alguien quiere convertirse, pronunciarla frente a dos testigos hará que se le considere musulmán. Después, la cámara decide hacer desaparecer la profundidad de campo y cierra el objetivo sobre las tres protagonistas para darle a su reflexión el tono idóneo, un toque íntimo y personal.

Cataluña tiene el mayor número de seguidores del Islam en España, con 347.700 personas. Un 12% son conversos. Dos de cada tres son mujeres.

Las estudiantes del Máster Documental Creativo de la Universitat Autònoma de Barcelona y Televisió de Catalunya-TVC Anna Carolina Negri, Daniela Pintão, Giselle M. Avilés-Maldonado, Lidia García, María Iserte y Patricia Carballo, decidieron en el año 2011 adentrarse en el complejo proceso de conversión al Islam de tres mujeres catalanas que expresan en este trabajo sencillo y honesto las razones y convicciones para dar un paso que cambiaría sus vidas. De esta forma, el documental plantea la exposición del proceso desde tres prismas diferentes alternando cada una de las vivencias de las protagonistas.

Resulta curioso que, uno de los puntos en común, sea la disconformidad y la inquietud que en ellas provocaba la religión cristiana. Filosofías que no encajaban en su concepción de la vida y que provocaban un cuestionamiento continuo de sus dogmas de fe: «El razonamiento, el mirar la historia, el mirar muchas cosas que a mí no me encajaban es lo que me llevó a pensar que el islam es un sistema, una solución, es una manera.«, afirma el primer testimonio. Como ella, el resto de mujeres quieren dejar claro que, pese a opiniones externas y no del todo bienintencionadas, existe una influencia indirecta en el hecho de que sus parejas sean marroquíes o argelinas, siendo, la decisión final, una cuestión única y exclusivamente personal. El documental hace hincapié sobre esta cuestión, sin duda, aspecto polémico de la conversión que sus entornos ponen en duda constantemente.

El machismo evidente en esos prejuicios sociales -y que en algún caso se agudiza en el propio entorno familiar- es, posiblemente, la batalla más descarnada a la que enfrentan las mujeres occidentales que deciden realizar el cambio. Es «el que dirán» una preocupación casi ineludible que fuerza al individuo a preguntarse si, en realidad, la decisión que están llevando a cabo es realmente la correcta. Sin embargo, el sutil trabajo de las documentalistas no se limita a mostrar las dudas ante la conversión, sino que elige los testimonios en base a experiencias que se encuentran en diferentes grados de evolución. Las dos primeras mujeres ya han completado el proceso y, cada una a su manera, sienten la plenitud del que es consciente y está orgulloso del paso dado; en el caso de la última -y más joven- protagonista, los miedos a las opiniones ajenas coartan claramente una libertad que, aunque debiera serlo, no es plena. Las preguntas que se hace a sí misma, siempre inevitablemente condicionada por el resto de personas que la rodean (insiste en la figura de su padre), son aquellas que surgen fruto de una sociedad justiciera y prejuiciosa, machista y enormemente temerosa de la necesaria voluntad individual.

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