Pensar en una guerra, cualquiera, nos hace recordar, inevitablemente, que los conflictos bélicos están unidos a la idea del patriarcado. La jerarquía de poder, que ha situado siempre al hombre en la cabeza de los diferentes lugares de mando, ha provocado que, en su estupidez, éste haya comandado todas aquellas decisiones que sumieron un país, y por tanto al mundo, en el más profundo de los abismos; días de oscuridad, tristeza, hambre y muerte. Días de guerra, la peor de las misiones del ser humano en su existencia. España, como tantos otros lugares, también tuvo su batalla fratricida, un conflicto que la historia recoge de 1936 a 1939, pero cuyos períodos de antes y después elevan sin remedio los años de la infamia.

Sin que pretendamos ser infalibles, tenemos la certeza de llegar en el momento oportuno. Ayer hubiera sido demasiado pronto, mañana, tal vez, sobrado tarde. Por esto nace Mujeres Libres. Quiere en este aire lleno de perplejidades hacer oír una voz sincera y firme: la de mujer. Pero una voz propia, la suya, la que nace de su naturaleza íntima.

A pesar de considerarse siempre -y erróneamente- una «guerra de hombres», la historia ha demostrado la importancia de la mujer en todos los frentes de batalla, sobre todo en la retaguardia. Desde allí, ésta brilló con luz propia al reivindicar con fuerza no sólo las injusticias y la peligrosa filosofía del ejército nacional, sino la propia igualdad a través de un estatus similar de sus propias asociaciones con otras organizaciones políticas, la inserción de la mujer como fuerza de trabajo y todo tipo de apoyo a la causa durante el conflicto.

Sin embargo, Susana Koska, actriz, escritora y directora, no sólo pretende recordar los méritos de una organización feminista como Mujeres Libres, sino que, a través de entrevistas a varias protagonistas de la Guerra Civil, pretende hacer llegar al público la verdadera importancia del papel que éstas desempeñaron. Koska las escucha con interés -el documental muestra en muchas ocasiones a la directora en pantalla durante su propio viaje emocional-, con admiración y cariño, el mismo que respira su relato, una crónica valiente y moderna sobre la trascendencia y la labor, inconmensurable, de esas luchadoras antifranquistas.

Estrenado en la II Muestra de Cine y Derechos Humanos de San Sebastián, en salas de Madrid y Barcelona, o en diversos festivales internacionales, Mujeres en pie de guerra es toda una declaración de intenciones acompañada acertadamente por canciones de la época versionadas por gente como Loquillo, Los Trogloditas, Paco Ibáñez o Gabriel Sopeña. De esta forma, la realizadora evita cualquier solemnidad para llenar su documental de la humanidad más auténtica y la denuncia más veraz: «Nuestros derechos no nos han caído por lo monas que somos», dijo el pasado mes de enero en una entrevista para Europa Press a tenor de la publicación de un libro homónimo cuyo germen fue este documental.

Susana Koska construye con Mujeres en pie de guerra una retrospectiva sobre la nostalgia y la sinrazón. Pero en el desasosiego de la guerra, cultiva esperanza por la igualdad, lucha por hacer visible lo invisible y, en base a las experiencias de siete abanderadas de la libertad -y de la paz, a pesar de la batalla-, tiene como objetivo primordial cambiar el incomprensible anonimato de sus nombres por paradigmas de fe en la más compleja de las causas: justicia y equidad social para las generaciones venideras.

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